Muy pocas veces nos cuestionamos, ¿por qué si existe tanta información respecto a los efectos nocivos que provoca el aumento del padrón vehicular en el medio ambiente y en la salud de los habitantes de la ZML? El automóvil particular sigue siendo el principal medio de transporte, y con ello la infraestructura para él.
En el año 2020, cuando se instaló la ciclovía de la Calzada Colón en Torreón, hubo diferentes inconformidades por quitar un carril a los autos, su argumento se basaba que el carril confinado afectaría a los comercios por la falta de espacio de estacionamiento para sus clientes y proveedores, o en la circulación de los vehículos motorizados, e incluso a la propia seguridad de los ciclistas, aún y cuando este era un programa emergente que surgió durante la pandemia por COVID 19, o porque fuera una práctica que respondía a la pirámide de la movilidad, para fomentar la movilidad de ciclistas y peatones.
O, como segundo ejemplo, el creciente número de vehículos registrados en La Laguna, que provoca saturación de vialidades, y que, de seguir con esta actitud, se estima que para el 2030, uno de cada dos habitantes en la ZML contará con un vehículo particular.
Existen diferentes situaciones y contextos que nos permiten entender esta situación, los habitantes de la ZML tienen pocas alternativas a otros modos de transporte público, combinado con la poca infraestructura vial que evita generar un verdadero cambio modal. Pero ¿qué pasa cuando pedimos más estacionamientos? cuando este tipo de peticiones aparecen, ya no estamos hablando de un transporte público eficiente ni estamos tomamos en cuenta el aumento del tráfico, estamos hablando de conductas.
¿Cuál es la conducta de los habitantes de la ZML frente a la movilidad urbana? Para responder esta pregunta se utilizan los estudios sobre las preferencias de las personas a ciertos tipos de movilidad, como las encuestas de origen-destino o los modelos psicológicos predictivos de movilidad, que nos permite conocer más a fondo sobre las actitudes positivas o negativas que tenemos al momento de elegir nuestro medio de transporte, es decir, podemos conocer por qué la gente está tomando ciertas decisiones.
Desde la psicología social, diversos autores han propuesto modelos que explican los factores que influyen a la hora de elegir nuestro medio de transporte, en específico elegir el automóvil sobre el transporte público o por el uso de la bicicleta.
Al principio se pensaba que las personas tomaban una actitud racional, es decir que sólo consideraban el costo, el tiempo y el esfuerzo para su movilidad, sin embargo, se dieron cuenta que podrían existir personas en situaciones similares y aun así elegir el automóvil sobre el transporte público o viceversa. Para entender esto, se han propuesto diversas variables que pueden ser de utilidad para entender estas conductas.
En primer lugar, se encuentra la percepción de la opinión de las personas relevantes para el sujeto sobre el uso de un medio de transporte. Es decir, que las personas que nos rodean influyen en nuestras decisiones de movilidad.
Por otra parte, se encuentra la medida en que la persona percibe que tiene el control sobre la conducta de usar este medio. Sentir que el medio de transporte que utilizo depende de mí, y no de mis circunstancias.
En menor medida, decidir un medio de transporte por hábito o en específico dejar de utilizar el automóvil por los sentimientos de obligación moral a reducir las consecuencias negativas de su uso. Por ejemplo, las personas que deciden utilizar más la bicicleta para reducir su huella de carbono, o buscar otras personas que compartan el hábito para sostenerlo.
En el caso de La Laguna, el principal medio de transporte es el automóvil particular (49%), le sigue el transporte público (30%), y al final se encuentran los traslados a pie (19%), y el uso de la bicicleta (2%). Pero el desafío se encuentra en identificar la raíz de las decisiones para los traslados que tengan la posibilidad de ser cambiados a una movilidad más sustentable. Ya que, la distancia, la oferta del transporte público y la capacidad económica seguirán siendo factores que también determinen el tipo de movilidad.
Nos queda con ello, tomar consciencia del impacto que generan los medios de transporte que utilizamos para movernos, y si estos responden a una necesidad específica, un contexto, una influencia de estatus o un hábito.
Referencias