Autor: Edgar Salinas
Interpretar una realidad, una sociedad, una problemática es a fin de cuentas «una aventura de la razón», por usar la expresión de Kant. Como humanidad, contamos ahora con múltiples herramientas para organizar la realidad e interpretarla, siempre con la posibilidad de errar o, al menos, ser insuficientes en la definición de una situación.
En el ámbito de las ciencias sociales, definir o delimitar una problemática invariablemente es un desafío, al menos en lo que toca al marco de interpretación. Desde luego, los hay quienes piensan que basta decir «a mí me parece que la realidad es esta o aquella», para creer que así es. Más aún, también están quienes confunden posiciones ideológicas con capacidades cognitivas para describir y definir una situación.
Desde otro ángulo, ha sido útil intentar definir y descifrar realidades complejas desde una perspectiva de sistemas. De forma muy sencilla podemos decir que a un sistema lo define un conjunto de elementos interrelacionados entre sí, que se implican e impactan y cuya interacción genera resultados o consecuencias. Desde esta perspectiva, abordar un problema social implica ubicarlo en sus interacciones para dimensionarlo adecuadamente. No cabe aquí aislar problemáticas como si estuviesen en una burbuja al margen de otras situaciones.
Para el caso de la Comarca Lagunera se han planteado varios ejercicios con la intención de fomentar su desarrollo. El más reciente de los que han considerado a la región incluyendo el contexto rural se dio con el denominado Plan Nueva Laguna. Digo el más reciente a pesar de que se diseñó y trabajó a finales de los ochenta. Posteriormente se han presentado intentos por dotar a la región de planes integrales, pero señaladamente con una visión urbana dada la realidad abrumadoramente metropolitana que ha adquirido la fisonomía regional.
No obstante haber sido ejercicios más o menos incluyentes de la visión, necesidades y propuestas de múltiples actores sociales, políticos, académicos y empresariales, y haber estado sustentados en metodologías de planificación estratégica, además de haberles asignado partidas presupuestales, el resultado final no necesariamente fue el que se buscaba. En algunos casos faltó seguimiento, en otros más presupuesto, y en muchos más probablemente se trató de un abordaje técnico y de comprensión insuficientes y por tanto poco robusto para las realidades que se pretendía impactar.
Plantear desde la planificación y la acción política el tratamiento de la problemática que actualmente posee la región debe considerar como aprendizajes las causas por las cuales otros ejercicios no funcionaron del todo; pero también debe rescatar las buenas prácticas que sí tuvieron un efecto positivo. Aunado a lo anterior, conviene acercarnos a la realidad lagunera actual con una perspectiva integral, de sistema.
Hacerlo de esta manera implica, además, suponer que toda intervención acordada pretendería dar sostenibilidad a la región, es decir, que las actividades económicas, sociales y de convivencia se realicen en armonía con el entorno que habitamos y del cual disponemos sus recursos. La sostenibilidad incluye como categoría al tiempo, por tanto, se trataría de darle viabilidad a la región en el tiempo.
Por eso considero que la «aventura de la razón» o del pensamiento para impulsar el desarrollo sostenible de la región, conviene hacerse desde una perspectiva de sistemas. No bastará con enunciar los retos y problemas; las líneas de acción y necesidades presupuestales; requeriremos organizar con claridad cómo están interrelacionados los componentes que dan forma a las actividades productivas y sociales en el entorno ambiental que habitamos.
Dentro de los aprendizajes que nos han dejado ejercicios anteriores está el que debemos evitar el aislar problemáticas como si surgieran y desaparecieran al margen de su contexto. Tropezar con simplificaciones significaría no haber aprendido de las enseñanzas que nos ha dejado nuestra historia reciente.
Han pasado casi treinta años de aquel ejercicio cuya pretensión permanece como aspiración hoy día, una Laguna capaz de jugar sosteniblemente en los circuitos más competitivos, de bienestar y de atracción de talento del país. Actualizar esa intención implica aprender del pasado y apostar a que el reto es tan grande como la capacidad de afrontarlo.
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