Por Edgar Salinas
Enfrentamos dos crisis, una de salud y otra económica. Fuentes oficiales coinciden con epidemiólogos al señalar que el momento de mayor gravedad para México está por iniciar. El enfoque inmediato debe ser la mitigación/contención de la propagación del virus y la preparación de condiciones para la atención debida a los casos graves. En lo económico y ante la ausencia de un plan nacional que haya convocado e incluido la participación y compromiso de los estados y sectores productivos es menester apresurar la actuación local. En este sentido, apremia la instalación de mecanismos formales de evaluación de impactos económicos, que incluya la participación de gobiernos y actores productivos para estar en condiciones de formular y acordar medidas de recuperación. Para el caso de La Laguna, es necesario un esquema apropiado a su realidad productiva.
Esta perspectiva de intervención regional tiene justificación. Si bien Coahuila y Durango seguramente ampliarán en cada entidad las medidas generales de soporte a la caída económica, La Laguna posee una estructura productiva y laboral que le configura como unidad económica regional y cuyas particularidades claramente la diferencian de los motores económicos de otras regiones de ambos estados. No se trata de animar una propuesta chauvinista sino de optimizar y acelerar la intervención conforme a la estructura productiva y laboral de cada región en un contexto nacional con una caída que puede alcanzar dos dígitos del PIB, como señalan algunos análisis, lo que va a imponer una velocidad de recuperación lenta que en términos generales podría llevarse de uno a dos años.
El comercio mundial ha sufrido una disminución sustancial debido a las medidas tomadas por las mayores economías del planeta para evitar peores condiciones en la salud. La producción radicalmente ligada al comercio multinacional acusa de inmediato el impacto. Otras, como la cadena asociada al turismo internacional, prácticamente han disminuido a nada su actividad. Cada país ha establecido acciones particulares que forzosamente repercuten en la economía. Para el caso mexicano, la Declaratoria de Emergencia Sanitaria por Causa de Fuerza Mayor y el Acuerdo que establece las acciones extraordinarias para atender la emergencia sanitaria ordenó la suspensión inmediata de las actividades no esenciales, en principio hasta el 30 de abril. Hay que recordar que ya antes se había hecho lo propio en escuelas y eventos masivos.
Con todo lo ambiguo que pueda ser la designación de actividad no esencial, se entiende un poco mejor desde lo que sí se considera esencial, entre lo que destacan las cadenas de valor del sistema de salud, seguridad pública, sector financiero, gasolineras, distribución de agua, alimentos y bebidas no alcohólicas, agroindustria, producción agrícola, química, mercados de alimentos y supermercados, logística, transporte. En otras palabras, el grueso de las actividades económicas se considera no esencial.
Pese a que el impacto económico negativo será general, las regiones y sectores sufrirán las consecuencias de modo diferenciado en cuanto a su profundidad. No es lo mismo la suerte en este contexto de un destino turístico que la de una región dinamizada por la actividad agrícola y la producción industrial de alimentos.
En La Laguna, el setenta por ciento del valor agregado está en la manufactura, y de ese porcentaje la mitad corresponde a metales básicos y fabricación de maquinaria; en tanto que la industria alimentaria aporta cerca del quince por ciento. Dado que esta última es considerar esencial, junto a la producción de alimentos y la agricultura, hay un importante subsector en La Laguna un tanto robusto, teóricamente, en el corto y mediano plazo. Pero el subsector que agrega mayor valor se verá significativamente dañado.
Las condiciones de empleo formal de La Laguna poseen una distribución dividida casi por igual entre comercio, manufactura y servicios con una tercera parte de empleo generado por cada sector. El primario aporta alrededor del diez por ciento del empleo formal. Así pues, más de la mitad del empleo formal está directamente impactado por no estar en una actividad económica esencial. No olvidemos al empleo no formal, que ronda el cincuenta por ciento del total, y que en principio es afectado mayormente.
Establecer impactos, escenarios y acordar medidas económicas, es una acción necesaria para La Laguna que debe hacerse con la coordinación y compromiso de las autoridades de ambos estados ya.