Autor: Gerardo Jiménez González

En la columna anterior comentamos el ruido que provocaron en la región las declaraciones del Presidente de la República acerca de la cuenca lechera y el problema del hidroarsenicismo. Algunos creemos que es pertinente se debata públicamente esta cuestión y no se ventile, como con frecuencia ocurrió en otras ocasiones, solo a niveles cupulares, que se involucre a la mayor parte de los actores económicos, sociales y políticos de La Laguna para que las alternativas que se apliquen tengan un mayor consenso, más legitimidad, ya que se está decidiendo sobre una cuestión fundamental para la economía y la población local.

Aun cuando es conocida la problemática del agua en la región es importante centrarse en los aspectos clave que determinarán las opciones que se debaten, su factibilidad e impactos económicos, ambientales y sociales. Es una problemática compleja que tiene que ver con el manejo de las aguas superficiales y subterráneas y los diferentes usos que a ellas se les dan actualmente, así como los cambios que se requerirán para resolverla, y por ello requiere el diseño de una estrategia que contemple la aplicación de varias alternativas.

Creo que primero debemos abordar la parte referente al manejo y uso de las aguas subterráneas, considerando la dependencia que de estas tiene no solo la cuenca lechera sino la economía regional, y el abasto para la población. La realidad inocultable es que hay una sobreexplotación de los acuíferos, en particular del llamado Acuífero Principal: se extraen volúmenes mayores que los que en forma natural se recargan; los datos oficiales indican que el bombeo es por 930 Hm3 y la recarga es por 518 Hm3.

A estos datos hay que agregar que la CONAGUA y los organismos anteriores a ella como la SARH o la SRH, tiempo atrás otorgaron concesiones para perforar pozos sin tener clara la disponibilidad de agua en los acuíferos por volúmenes que a la fecha datan en 640 Hm3. La relación entre los volúmenes recargados y concesionados indica un desbalance hidráulico, que de hecho, según los mismos datos oficiales, data de 1946, cuando se puso en operación la presa Lázaro Cárdenas.

Pero ese desbalance hidráulico se acentúa al extraerse volúmenes mayores que los concesionados, de modo tal que existen 288 Hm3 extraídos ilegalmente, cuando menos durante las tres o cuatro últimas décadas tácitamente ha ocurrido un robo de agua, algo que la propia CONAGUA no ha podido controlar. Todo indica que este abatimiento que sufre el Acuífero Principal favoreció al fenómeno que conocemos como hidroarsenicismo.

Las explicaciones científicas que nos brindan hidrogeólogos e hidrogeoquímicos de instituciones prestigiadas como la UNAM o el Colegio de Postgraduados en Ciencias Agrícolas, señalan que el descenso en los niveles freáticos provocado por ese bombeo excesivo propició la migración de elementos y compuestos químicos ubicados en las áreas de desembocadura de los ríos Nazas y Aguanaval (producto de depósitos aluviales milenarios en diferentes estratos del subsuelo regional), hacia la parte central y sur del valle, donde inicia el delta de la planicie regional, entre ellos el arsénico; los mapas de esa migración están soportados en las mediciones de los estudios técnicos que han elaborado académicos de dichas universidades y la propia CONAGUA.

En poco más de medio siglo provocamos una seria alteración en el comportamiento de este cuerpo de agua dulce subterráneo al extraer más agua que la que se recarga en forma natural, propiciamos su contaminación por la migración citada aumentando las concentraciones de esos elementos y compuestos químicos como el arsénico. Este es el problema central que provocamos los laguneros y toda solución verdadera debe enfocarse en ver como recuperamos el Acuífero Principal.

La primera de esas alternativas es regular las extracciones ilegales, contener el llamado huachicoleo hídrico que ocurre porque no se tiene control sobre las extracciones ya que no existe un sistema de medición confiable de ellas. Creemos que hay usuarios de agua que están extrayendo volúmenes por encima de los que les fueron concesionados, como los hay que están haciéndolo respetando los que les marca el título de concesión, pero no sabremos diferenciarlos si no se tiene un sistema de medición confiable de esas extracciones.

Los grupos ciudadanos que damos seguimiento a la agenda del agua en la región, particularmente Encuentro Ciudadano Lagunero, a través de la vocalía que representa a la sociedad organizada en el Consejo de Cuenca Nazas-Aguanaval, propusimos en una asamblea de este organismo realizada en 2016, que se estableciera un sistema de medición confiable de las extracciones mediante la instalación de medidores telemétricos para cuantificar los volúmenes extraídos en tiempo real, propuesta que fue aceptada por unanimidad, solo falta que la CONAGUA gestione los recursos para que se lleve a cabo.

La aplicación de esta medida nos llevaría a recuperar gradualmente los 300 Hm3 que son extraídos ilícitamente, nos permitiría recuperar y disponer de mayores volúmenes para uso doméstico y mejorar la calidad del agua en algunos conos de abatimiento, que disminuyan las concentraciones de arsénico y otros elementos y compuestos químicos que la contaminan. Es una alternativa contra la que solo se pueden oponer quienes realizan esa extracción ilícita de agua. En la siguiente columna continuaremos exponiendo las siguientes opciones.