Hace algunos días celebramos el día de la madre, y alrededor de este día escuchamos palabras como esfuerzo, amor, cariño, sacrificio y sobre todo cuidado. Este último, nos lleva a preguntarnos, cómo estamos gestionando el cuidado en la Zona Metropolitana de la Laguna.
Las actividades de cuidado se refieren a aquellas acciones que se tienen que hacer para mantener y ayudar a las personas para el desarrollo de su vida cotidiana: Alimentación, higiene, atención a personas enfermas, cuidado de niños pequeños, adultos mayores o personas que necesiten algún tipo de atención especial. Todas las personas, en algún momento de nuestro ciclo de vida cuidamos, pero históricamente, han sido las mujeres y niñas las responsables de realizarlas.
El economista Adam Smith, establecía que la razón por la que teníamos un plato de comida en la mesa no era por el buen corazón del panadero o el carnicero quienes se dedicaban al oficio. Teníamos la cena en la mesa gracias al interés económico que obtenían al vender. Existe un libro titulado ¿Quién le preparaba la cena a Adam Smith? Con esta premisa, la autora (Katrine Marçal), visibiliza el trabajo del hogar y el trabajo de cuidado en nuestro sistema económico. ¡Si!, el interés económico es una de las fuerzas que mueve al mercado, pero en la vida real ¿quién prepara la comida? En todo caso, ¿quién decide qué comprar? ¿Y cuál es el beneficio que obtienen las personas que lo hacen?
Un nudo crítico de la desigualdad de género lo enfrentan las personas que están fuera del mercado laboral, donde son dependientes de alguien más, esta situación les impide acceder a un sueldo, a servicios médicos o a una oportunidad de crédito ya sea para una casa, un vehículo o para satisfacer necesidades básicas.
En nuestro actual sistema económico, el valor de los diferentes sectores productivos se establece de acuerdo con su importancia en el desarrollo de la sociedad. Con el tiempo, una persona que se encuentra en el mercado laboral puede especializarse y generar dinero, no obstante, una persona que se dedica exclusivamente a las actividades domésticas y de cuidado dentro del hogar puede especializarse en ellas, más no llega a generar dinero.
Existen dos situaciones que nos han demostrado el valor del cuidado en nuestra sociedad: la inflación y la pandemia. La primera situación es algo relativamente constante, y determina que el aumento en los precios en la canasta básica representa dificultades económicas en los hogares, por lo que es necesario tener más de un ingreso en el hogar, sin dejar de realizar las actividades de cuidado. Por lo tanto, las mujeres obtienen trabajos formales o informales, que en muchos casos deben combinarlos con el cuidado en el hogar. Veamos esto en números:
En Coahuila, el trabajo no remunerado de cuidado a integrantes del hogar representa un promedio de 30.3 horas a la semana, las mujeres destinan 41.2 horas de trabajo a la semana mientras que los hombres solo destinan 18 horas a la semana.
En Durango pasa algo similar, se destinan en promedio 25.5 horas al trabajo no remunerado de cuidado a integrantes del hogar. Las mujeres destinan 33.2 horas de trabajo a la semana y los hombres 15.3 horas a la semana. Si lo comparamos a una jornada laboral, las mujeres realizan jornada completa y los hombres solo realizan media jornada. Es decir, las mujeres tienen 2 jornadas laborales: una jornada remunerada y otra no remunerada.
Y tal vez se preguntarán, ¿si esto fuera equivalente a una jornada laboral, ¿cómo contribuye el trabajo no remunerado de cuidado a la economía? Según las cuentas satelitales, las cuales nos permiten estimar, el valor económico de las labores domésticas y de cuidado no remunerado, en Coahuila equivalen al 19.6% del PIB, y en Durango equivalen al 32.1% del PIB. Esto se responde de la siguiente manera, para llegar a ser adultos productivos, alguien nos tuvo que cuidar durante nuestra etapa dependiente, es muy probable que haya sido por alguna mujer de nuestra familia. Nuestra mamá, abuela, tía, prima o una hermana.
La segunda situación que nos ayudó a comprender el cuidado fue la pandemia. Las personas adultas y los niños no podían salir de casa. En el mejor de los casos los niños tenían clases en línea, y a las personas enfermas se les aconsejaba quedarse en casa a menos que necesitaran hospitalización. Las madres pasaron de ser solo cuidadoras, a ser cuidadoras, maestras y enfermeras.
Aprendimos que el cuidado no solo se realiza en la casa, Esta es una tarea de corresponsabilidad, donde participan el estado, la familia, el mercado y la comunidad. El estado participa a través del establecimiento de las políticas de cuidado. De acuerdo con los planes municipales de desarrollo, tenemos algunos ejemplos que se implementan en la ZML.
Gómez Palacio: Considera la creación de centros de atención integral, fortalecimiento de infraestructura municipal de servicios básicos. Operan programas de asistencia alimentaria y programas de atención a infancia y familia.
Lerdo: Programas de impulso a la educación física, becas a la educación básica y superior, atención a servicios públicos, impulso a programas de cuidado de menores de edad, red del cuidado del adulto mayor, estancias y espacios de atención a población vulnerable. [único que nombra políticas públicas específicas para la economía del cuidado]
Matamoros: acciones de apoyo individual y mejoramiento del entorno comunitario, distribución de alimentos, servicios médicos complementarios, desarrollo cultural, recreativo y deportivo.
Torreón: asistencia social y atención a grupos vulnerables, servicios de salud, apoyo a servicios educativos, deporte y actividad física, promoción cultural, desarrollo social y acciones en favor de la equidad y empoderamiento de la mujer.
¿Son suficientes estas acciones para reducir la brecha de desigualdad de género en la ZML provocada por el trabajo de cuidado no remunerado? Karina Battyany, investigadora argentina, especialista en la economía del cuidado propone 5 acciones para reducir la brecha de desigualdad que genera el cuidado:
- Reconocer las tareas de cuidado;
- Redistribuir en el hogar las tareas de cuidado;
- Reducir las horas de cuidado;
- Recompensar a quienes se dedican exclusivamente al cuidado, y por último
- Representar a las cuidadoras en la elaboración de políticas públicas.
Tenemos un desafío pendiente, homologar políticas públicas de carácter metropolitano, que garanticen una atención y servicios similar en cualquier municipio de la ZML, con la finalidad de reducir la desigualdad de género y económica que provoca el trabajo de cuidado no remunerado.
Referencias
Katrine Marçal, 2016 ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith?: Una historia de las mujeres y la economía. DEBATE
https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2023/CSTNRHM/CSTNRHM2022.pdf
Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT) 2019, INEGI https://www.sitios.scjn.gob.mx/cec/blog-cec/economia-del-cuidado-un-trabajo-invisibilizado-en-mexico
Plan municipal de Desarrollo 2022-2025. Gómez Palacio, Dgo.
Plan municipal de Desarrollo 2022-2025. Lerdo, Dgo.
Plan municipal de Desarrollo 22.23.24, Torreón, Coah.
Plan municipal de Desarrollo 2022-2024, Matamoros, Coah.