Autor: Talía Romero

Para iniciar con la solución de una problemática en cualquier ámbito del quehacer humano, es necesario conocer las variables que componen al problema: su entorno, los actores involucrados, antecedentes y herramientas disponibles para dar con soluciones integrales. De la misma manera, para investigar y construir el planteamiento del problema, es indispensable darle nombre a los elementos que lo componen. Así, los campos de la lingüística o la semiótica enfrentan constantemente retos para nombrar nuevos fenómenos o realidades, mientras que, paralelamente, el uso popular del lenguaje se transforma y adapta en la cotidianidad para dar respuesta a la necesidad inmediata.

Estas transformaciones en el habla, las que han surgido a partir de transformaciones o reinterpretaciones de la realidad, conforman nuevas necesidades de organización social y política en las comunidades, e integran parte fundamental de la agenda pública -los discursos, las políticas, las agendas legislativas, etc.-. Por ejemplo: a fuerza de repetir la necesidad de atender de una manera especial al asesinato de mujeres por su condición de mujeres, se acuñó el término “feminicidio”, que implica no sólo la conceptualización, sino una serie de estudios, análisis y mecanismos de prevención e intervención diferenciados de aquellos asesinatos que ocurren por otras causas. De igual forma, se ha tenido que diferenciar a la pobreza alimentaria de la patrimonial, entre otras.

El mismo matiz atravesó al concepto de “metropolización”. Si bien los procesos que han impactado la manera en que la población se asienta en el territorio han sido principalmente condicionados por los cambios en las formas de producción (migraciones del campo a la ciudad desde la Revolución Industrial), ahora entendemos a la metrópoli desde una perspectiva distinta a la que permeaba a principios del SXX. Entonces se desarrollaban territorios suburbanos alrededor de ciudades núcleo, mientras que ahora las metrópolis se componen de ciudades o municipios cuyos habitantes y problemáticas trascienden los límites políticos o geográficos que los delimitan. Francesco Indovina, urbanista e investigador italiano, advierte que la “metropolización actual del territorio” es una integración completa que incluye no sólo a las actividades económicas, sino también las relaciones sociales, las actividades cotidianas, la cultura, etc.

Así, aunque llevamos nombrando Comarca Lagunera o Laguna a esta región del Bolsón de Mapimí desde hace generaciones, no fue, sino hasta el 2004 cuando el Consejo Nacional de Población (Conapo), el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) acordaron definir qué es una “área metropolitana”, y a partir de entonces el enfoque de coordinación metropolitana se estableció en leyes y políticas públicas como una necesidad y posibilidad para impulsar el desarrollo de las zonas urbanas que cumplen con ciertas características y enfrentan retos más o menos comunes. Esta diferenciación conceptual aparece después en la Ley General de Ordenamiento Territorial, publicada en el Diario Oficial de la Federación en el 2016.

En la Zona Metropolitana de La Laguna enfrentamos retos ambientales, de salud, de movilidad o seguridad -entre otros- que difícilmente respetan las fronteras políticas que delimitan a nuestros municipios. Conocer y analizar las variables que integran nuestras problemáticas resulta una tarea indispensable para articular soluciones viables bajo las condiciones actuales, pero también para esbozar nuevas formas de relación política entre las autoridades de los municipios, entidades y la federación en la que estamos inscritos.

En materia de seguridad, por ejemplo, La Laguna ha sido referencia nacional en estudios de impacto de coordinación metropolitana. La baja en la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes por municipio en la ZML a partir del 2012, año de la instalación del Mando Único que coordina las corporaciones policiacas e instituciones de seguridad pública en la región, soporta la idea de que la creación de mecanismos efectivos de cooperación podría derivar en resultados positivos (IMCO, 2018).

El presidente Andrés Manuel López Obrador, en su visita a La Laguna a finales del año pasado, resaltó en diferentes momentos de su discurso la necesidad de planear y atender las necesidades de los municipios desde una perspectiva metropolitana. Los gobernadores de Coahuila y Durango, por su parte, han respaldado esta visión con acciones conjuntas y también alcaldes y alcaldesas han coordinado esfuerzos en temas puntuales que afectan a todos los municipios (como la denuncia conjunta ante altos cobros de CFE para los organismos operadores de agua potable, que realizaron ante medios de comunicación en septiembre del 2018).

Es posible que, a medida de que la ciudadanía o los diferentes actores involucrados continúen reconociendo y socializando las implicaciones de una dinámica metropolitana, La Laguna encuentre caminos cada vez más claros hacia la coordinación estratégica y operativa necesaria para su desarrollo integral y sostenido.


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Publicación original: El Siglo de Torreón